Llegaste a mi vida cual sonido en el viento.
Creaste un impacto con tu lindo mirar.
Tomaste mi mano y preguntaste: ¿Bailamos?
Y yo, sin palabras, te seguí el compás.
Ahora nuestros cuerpos, fundidos en uno,
danzan sin pensar en el alrededor.
Y tus suaves caricias y tus tiernos susurros,
me hacen sospechar que renació el amor.
El baile y el amor… ¡quien supiera bailar! Salud.
Julio G. Alonso
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